Por: David Uzcátegui
Si en algo ha sido pródiga la actual administración venezolana, ha sido en propaganda. A falta de hechos y de obras, siempre se las han ingeniado para lanzar alguna campaña que pretenda hacer ver que se están haciendo cosas.
El asunto llega a ser aún peor: buscan crear la sensación de que se van a hacer cosas en el futuro, para que la inacción y los errores del presente no resulten tan patéticos a los ojos de la ciudadanía. Mucho ruido y pocas nueces, dicen por allí. Y no se puede tapar el sol con un dedo.
Así fue como, en una alocución reciente –otra de tantas- el gobierno central anunció que pondría en marcha para un supuesto Plan 2022- 2030, una fórmula que denominó las “Tres R” y que consistiría en Resistencia, Renacimiento y Revolución.
Vamos a desglosar este nuevo invento, a radiografiarlo, simplemente para ver cuán vacío está.
Según especifican los medios de comunicación que reseñaron la noticia, por llamarla de alguna manera, la primera línea de este plan estará direccionada a la R de la “Resistencia a la embestida, al bloqueo, a las agresiones, una resistencia creadora, creativa”; la segunda tiene que ver con “el renacimiento del espíritu original de la Patria, de los valores fundacionales de Venezuela, del proyecto nacional Simón Bolívar y del renacer del Plan de la Patria”; y la tercera es “Revolucionar todo, cambiarlo todo, hacerlo todo para hacerlo mejor y bien”.
Parece que los propagandistas contratados están apelando a la vieja fórmula de las telenovelas, de desempolvar una y otra vez la eterna historia de la muchachita ciega, a ver si consiguen captar la atención de algún incauto que no la recuerde o no la haya visto en ninguna de sus versiones anteriores.
Y decimos esto porque se están plagiando a sí mismos. Parece que el único bloqueo que tienen es creativo. Muchos recordamos que las “Tres R” aparecieron por primera vez en el año 2008, de boca del fallecido expresidente Hugo Chávez.
En aquel momento, las primeras tres R fueron definidas como “Revisión, Rectificación y Reimpulso de la Revolución Bolivariana”, según el órgano informativo oficialista de la época Aporrea. Y tuvieron que ver con el revés histórico del referendo constitucional del 2 de diciembre del año 2007, donde el proyecto de cambios a la Constitución presentado en aquel momento fue rechazado por los ciudadanos.
En aquel momento, el citado medio afirmó: “Trátase pues de realizar una radiografía sensata de nuestras propias fuerzas, que nos permita ponderar las consecuencias generadas por la dispersión y hostilidad interna entre las corrientes del movimiento revolucionario”.
Repetimos: esto fue hace 15 años, señores. Aún estamos esperando.
De lo que no nos queda duda es de que a estas nuevas tres R se le debería incorporar una cuarta, la del Reciclaje de las promesas incumplidas.
Lo cierto es que, mientras los años pasan y las R se reinventan, este país de gente buena sigue viendo niños sin escuela y escuelas sin techo. Menores que se van a la cama sin comer y padres que se quitan el alimento de la boca para dárselo a sus pequeños.
Mientras los ideólogos y propagandistas juegan con el diccionario de sinónimos, muchos venezolanos se van al trabajo a pie por la ausencia de transporte público, alguna abuela pide un medicamento para la tensión o la diabetes por una cadena de WhatsApp, otro más cuenta las horas en una cola para poner gasolina en el país con más reservas petroleras en el mundo. El agua no les llega a unos ni la luz a otros; mientras muchos más padecen la ausencia de ambos servicios de manera simultánea.
¿Cómo se está formando esta nueva generación de pequeños? Y no nos referimos solamente al aspecto académico, sino a su salud misma. Y los adultos mayores, ¿cuáles riesgos enfrentan respecto a su salud por la irregularidad en el suministro de sus medicamentos? ¿Cuánto dejamos de producir por vivir en estas condiciones?
Vamos a proponerles una nueva solución a este acertijo de las tres R, que ya parece un trabalenguas.
Pueden comenzar por Recapacitar. Hay que echar a la basura este perverso modelo de control social que asfixia a la ciudadanía y ahoga la iniciativa particular; que ha destruido a Venezuela y ha lanzado a la pobreza o al exilio a millones de nuestros compatriotas.
Luego, recomendamos que Replanteen su política económica, para que dejen de espantar a la empresa privada y permitan que la inversión extranjera regrese con confianza; para que la economía se regule a sí misma y no con controles perversos, que solamente logran crear un mercado negro y ampliar la brecha entre quienes pueden todo y quienes no pueden nada.
Y si no pueden afrontar estas dos tareas tan elementales para cualquier gobierno, sencillamente Renuncien. Es el único acto de responsabilidad que podrían tener con el país.
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