La terquedad es un grave defecto


Una persona terca es la que no quiere aprender, la que es inflexible, la que se aferra firmemente a su propia opinión sin dar cabida alguna a las opiniones de los demás.


Una persona terca es incorregible. Puede ser que nunca crezca ni se desarrolle porque cree que todo lo sabe y que no hay nada nuevo que aprender. También es una persona que nunca admite sus errores, y no hay manera de inducirla a cambiar su forma de pensar. Quizá en más de alguna de estas descripciones describo tu personalidad, o la mía. Probablemente, sin que tú y yo lo sepamos, haya personas que nos conozcan y que piensen que somos tercos en un sentido u otro. Y también deberíamos preocuparnos por ello, porque si dos o más personas han pensado eso de nosotros, lo más probable es que tengan razón.


¿Será que como seres humanos procuramos aferramos a convicciones egoístas cuyo único objetivo es probar que uno siempre tiene razón, inasequible a la equivocación? Si es así, entonces nos estamos aferrando a nuestro orgullo personal. La persona que tiene un gran ego tiene una inseguridad tan grande como su propio ego.


Dios permita que hoy sea para nosotros un día decisivo en el que podamos hacer un cambio radical, un día para pedir a Dios que nos saque del pozo de la terquedad y nos sitúe en la roca sólida de los principios.