La pentacampeona y medallista de oro olímpico Sanya Richards-Ross, conocida como la mujer más rápida de la historia del atletismo (en la modalidad de los 400 metros), dice que después de todas sus realizaciones y fracasos como atleta, ella aprendió que lo más importante La vida realmente es glorificar a Dios en cualquier circunstancia.
Hoy, con 32 años de edad, Sanya lanzó su libro que comparte muchas de sus memorias, titulado: “Chasing Grace: What the Quarter Mile Has Taught Me About God and Life” (“Corriendo detrás de la Gracia: Lo que los 400 Metros me Enseñaron Sobre Dios y la Vida”), el día seis de junio
En el libro, ella cuenta sobre su viaje hacia la fama olímpica, habla abiertamente sobre su batalla contra la vergüenza que sintió de hacer un aborto, su relación con su marido -el ex jugador de fútbol americano Aaron Ross- y cómo su fe la sostuvo.
“Siempre amé al Señor e hice lo mejor para mantenerlo al frente de mi vida, si yo estaba en busca de oro olímpico o no”, dijo Richards-Ross en una entrevista con Christian Post. Ella consagró su vida a Jesús como su Señor y salvador y fue bautizada a los 13 años. Desde entonces, Richards-Ross dice que siempre ha intentado moldear su vida con base en la fe y en las enseñanzas de Cristo.
“Yo realmente siento que fue mi fe que realmente me llevó por mi viaje hasta el éxito olímpico. En los tiempos de dificultad, sabiendo que Dios estaba siempre allí conmigo y que todo sucedía en mi vida con un propósito. De una medallista olímpica en una mujer de Dios, siento que soy una medallista de oro olímpico, la cual es, ante todo, una mujer de Dios”, declaró.
“Yo siento que mi deporte me ayudó a acercarme a Dios y me ayudó a apoyarme en Él … me ayudó a entender que Él nos ama incondicionalmente, realmente lo entiendo y agradezco que tenga en el deporte una plataforma para experimentar verdaderamente el juego. Mi relación con Dios es de una manera única”, añadió.
Richards-Ross dice que siempre tuvo un gran sistema de apoyo en torno a ella, que la ayudó a mantenerse fundamentada. Honrando a sus padres y su marido por ser también personas de Dios, ella dijo que ellos la ayudaron a mantener el foco en las cosas más importantes.
“En última instancia, cuando fui creciendo, en verdad entendí cada vez más que lo importante de esta vida no son las medallas de oro y récords o cualquiera de esas cosas, sino glorificar a Dios”, dijo ella.
Dos semanas después de entrar en sus segundas olimpiadas, esta vez en Pekín (2008), ella supo que estaba embarazada y esta noticia cambiaría su vida para siempre su tiempo de carrera estaba pasando bien delante de sus ojos, pero la velocista tomó la decisión de hacer un aborto. La decisión fue tomada junto a su marido, el entonces jugador del equipo ‘New York Giants’, Aaron Ross, que estaba en el campo de entrenamiento y al próximo día ella voló a China.
Richards-Ross describe este período difícil de su vida en su nuevo libro, reconociendo que la decisión del aborto no fue correcta y añade que nunca aconsejaría a otra mujer a hacer lo mismo. Sin embargo, ella espera que su historia de superación de la vergüenza causada por su actitud incorrecta aliente a otras personas.
“No importa lo que hagas, hay perdón y esperanza del otro lado”, dijo la atleta. “Yo pienso por mí, después de aquella época de mi vida, sentí mucha culpa y vergüenza, sentía que estaba fuera del alcance del amor de Dios”.
“Me emociono hablando de eso, porque sé lo difícil que fue para mí como una cristiana, que nunca pensé que haría algo como [hacer un aborto]”, admitió ella. “Creo que lo más importante para las mujeres es saber que cuando usted pide perdón a Dios, él va a perdonar y usted puede recuperarse de eso y aún ser la mujer que usted espera ser”.
Sanya afirmó que no siempre la vida es simple y exige actitudes y tomas de decisiones que muchas veces no van por el camino correcto. “La vida no siempre es negra en el blanco. A veces, la vida se vuelve gris, y a veces hacemos cosas que hasta nos chocan, pero nosotros somos humanos”, dijo ella.
Ross agregó que, a pesar de haber pasado 10 años desde el aborto, todavía se pone nerviosa con ella misma al hablar de ello. En cualquier caso, ella decidió hablar sobre eso porque quiere que las mujeres que no tienen apoyo sepan que hay perdón y que pueden recuperarse después de pasar por un valle tan oscuro.
La atleta ahora está embarazada por segunda vez y está conmemorando esto como una prueba de que “Dios restaura” la vida de sus hijos.
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