El alzhéimer no tiene, probablemente, una única causa, y de hecho diferentes investigaciones están siguiendo hoy líneas que trabajan con orígenes muy distintos de la enfermedad.
Desde hace algunos años, la Asociación Internacional del Alzhéimer lleva insistiendo en sus conferencias sobre el hecho de que los trastornos del sueño podrían estar detrás de algunos casos. Ya en la conferencia que presentaron en Copenhague en 2014 se destacó la particular incidencia que podría tener una afección como la apnea para el desarrollo del síndrome. En la ponencia que han presentado este año en Londres se ha vuelto a señalar el papel crucial que tiene descansar bien, a través de un sueño completo y reparador, para prevenir la enfermedad.
Tres estudios llevados a cabo por el Wheaton College han encontrado significativas conexiones entre los trastornos respiratorios que interrumpen el sueño y la acumulación de biomarcadores que causan el mal de Alzheimer. Tratar estos problemas con boquillas antirronquidos o con una máquina de presión positiva en la vía aérea (o CPAP) que fuerza la entrada de aire en el aparato respiratorio, podría ayudar a reducir los riesgos de demencia.
La apnea del sueño y el alzhéimer
La forma más común de apnea es la así llamada obstructiva, que ocurre en tres de cada diez hombres y en una de cada cinco mujeres, según los datos que maneja la propia Asociacióin Internacional del Alzhéimer.
Sucede cuando las vías respiratorias superiores se cierran completa o parcialmente mientras dormimos, al tiempo que los esfuerzos por respirar continúan. Esta afección puede llegar a despertar a una persona hasta 60 veces en una noche, interrumpiendo las fases del sueño necesarias para un descanso reparador. La aparición del problema comienza con frecuencia en personas de mediana edad, tiempo antes de que los síntomas clínicos del alzhéimer empiecen a surgir.
Los trabajos que confirman las sospechas
En uno de los informes señalados, en el que se estudió a 516 adultos sanos con edades comprendidas entre los 71 y los 78 años, aquellos que mostraban problemas respiratorios que afectaban al sueño poseían cantidades mayores de beta-amiloides, uno de los biomarcadores señalados, independientemente de si poseían o no el gen APOE-e4, considerado un factor de riesgo para desarrollar la enfermedad.
El segundo trabajo descubrió que la apnea obstructiva estaba directamente asociada con el aumento de amiloides en personas con deterioro cognitivo leve. Y el tercero puso en común los resultados de ambos análisis.
A pesar de que ya existían teorías sobre tales conexiones, estos estudios son, según la investigadora Megan Hogan, del Wheaton College, los primeros que dejan constancia real de la relación.
Trabajos anteriores habían demostrado que durante el sueño el cerebro se encarga de limpiar los depósitos de beta-amiloides. Partiendo de esa base, Hogan comenzó a plantearse si la apnea podría impedir que el proceso se llevara a cabo: “Durante el sueño, tu cerebro tiene el tiempo suficiente para eliminar las toxinas que se han acumulado durante la jornada. La interrupción continua del sueño ofrece menos tiempo para que el procedimiento se lleve a cabo”, señala Hogan a ‘The Washington Post’.
La purga de las toxinas sería más intensa, además, en las etapas de sueño profundo, según el director del Centro de Investigación del Alzhéimer de la prestigiosa Clínica Mayo, Ronald C. Petersen: “Si solo pasas de la fase uno a la dos, y entonces empiezas a roncar o a ahogarte, despertándote una y otra vez, quizás no te des cuenta pero estarás acumulando este perjudicial amiloide en el cerebro”.
Petersen señala también un aumento de la presencia de la proteína tau, otro de los biomarcadores, responsable de la muerte de neuronas. Segun Keith N. Fargo, director de programas científicos en la Asociación Internacional del Alzhéimer, no se sabe, sin embargo, “si las personas que se encuentran en fases muy iniciales de la enfermedad desarrollan problemas de sueño, o si las personas que tienen problemas de sueño tienen tendencia a desarrollar esta enfermedad cerebral”. Según otros ensayos efectuados con animales, ambas posibilidades podrían ser ciertas. “Si despiertas a tu pareja varias veces por la noche o te sientes cansado durante todo el día, necesitas quizás un chequeo médico. Detrás podría haber un problema más serio”, afirma el experto.
Fuente: El Confidencial
CC
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