La felicidad y la tristeza se contagian literalmente como un virus

Los patrones con los que se esparce la felicidad y la tristeza muestran que estas emociones circulan análogamente a los modelos epidemólogicos de una enfermedad. Existe una verdad literal en la creencia de que la felicidad y la tristeza se contagian. Esto nos lleva a pensar que no sólo somos seres miméticos, sino también, meméticos.

La felicidad y la tristeza se contagian literalmente como un virus

De acuerdo a lo encontrado en el portal pijamasurf la felicidad, según estudio realizado por la Universidad de Harvard y la Universidad de California en San Diego, es contagiosa. Pero los hallazgos de este estudio van más allá: ese estado de gracia es influenciado no sólo por la gente a tu alrededor o de su círculo más cercano, sino por los amigos de sus amigos.

El estudio demostró que la felicidad se esparce dentro de redes sociales, tal como un virus, a tal punto que su felicidad puede influenciar la de alguien que usted ni siquiera conoce. La importancia de este estudio radica precisamente en el descubrimiento de ese detalle: las relaciones indirectas también afectan la felicidad.

Es decir la felicidad de los amigos de tus amigos, puede estar afectando la tuya. Quizá podamos aprender de esto para contagiar hábitos saludables en el futuro.

En el esparcimiento de la felicidad, los investigadores notaron cúmulos de personas "infectadas" y "no-infectadas", un patrón considerado distintivo de los procesos infecciosos.

La felicidad probó ser menos social que la tristeza. Cada amigo feliz incrementó el porcentaje de un individuo de felicidad personal en un 11%, mientras solamente se necesitaron dos amigos tristes para duplicar la posibilidad de que alguien se vuelva infeliz.

Al igual que con la gripe, entre más amigos con gripe más posibilidad se tiene de contraer la gripe. Pero una vez que tienes gripe, el tiempo que tardas en mejorarte no depende de tu cantidad de contactos. Lo mismo es cierto de la felicidad y la tristeza.

Estos hallazgos proveen parámetros de ritmos de transmisión y dinámicas de redes entre personas. El estudio no explica por qué mecanismos se contagian estas emociones; esto ciertamente es lo más interesante. Es posible que el contagio se realice a través de memes, genes culturales, desde ideas, palabras, conceptos de vida, información escuchada o hasta leída. La información es programación. Por otra parte sería interesante estudiar si existe una especie de bioenergía de un estado emocional, algo que las personas que dicen ver el aura sostienen, el cual podría interactuar con el estado bioenergético de otro individuo con el que se tiene contacto. La intuición humana nos dice que una cara feliz, una voz animada, una sonrisa o el tacto amigable nos afectan de una manera positiva; esto es algo que experimentamos cotidianamente, pero, acaso ¿el qué suceda esto no comprueba un tipo de sutil transmisión energética? O ¿es simplemente un conjunto de factores que engañan a nuestro cerebro a sentirse de tal forma, una influencia psicológica que el sujeto piensa que obtiene del mundo exterior pero que en realidad es el mismo que se proyecta?

Informe21/EA/LJ

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