Al igual que con las drogas, con el tiempo la misma cantidad de comida producirá menos placer. Lo que significa que hay que comer más para alcanzar esa sensación de plenitud. Por fortuna, la resistencia no es fútil; se pueden cambiar las tendencias alimentarias.
Es abrir una bolsa de patatas y un tsunami de dopaminas recorre nuestro cuerpo. Una, dos, tres y así hasta las últimas migas. No es producto de tu imaginación: hay alimentos que actúan en nuestro organismo como las drogas, el sexo o las notificaciones del móvil. Su consumo nos vuelve esclavos, adictos a su sabor, azúcares y carbohidratos. A nuestro cerebro le cuesta saciarse: pide más glucosas en el torrente sanguíneo, más grasas trans, más recompensas que hagan anhelar un nuevo último bocado.
Al igual que con las drogas, con el tiempo la misma cantidad de comida producirá menos placer. Lo que significa que hay que comer más para alcanzar esa sensación de plenitud. Por fortuna, la resistencia no es fútil; se pueden cambiar las tendencias alimentarias. En un estudio reciente, la investigadora Nicole Avena ha identificado en la revista 'Time' los diez alimentos más adictivos. Toma nota.
Pizza
La santa trinidad (queso, tomate y masa) unida en perfecta armonía. Si eres de los que ya te conocen por tu paladar en el italiano de tu barrio, de los se toman hasta la pizza fría en el desayuno o de los que tienen el número de Dominos guardado en el los favoritos del teléfono, hazte a la idea: podrías ser un adicto a su sabor.
Este alimento suele contener una gran cantidad de grasas saturadas e hidratos de carbono, los cuales son los principales generadores de dependencia. “Cuanta más procesada, peor será”, asegura la investigadora. “Trata de comer pizza con ingredientes enteros y frescos, y no te pases con el queso”. Prueba a hacerla en casa siguiendo estos consejos.
Chocolate
Placer que se deshace en tu boca. Engancha, sobre todo, por su grasa y textura. Para dejar de darse atracones, cuanto más oscuro sea, mejor. El chocolate con leche contiene mucha grasa, así que cámbialo por el negro. Al principio te puede resultar amargo, pero después de un tiempo ajustarás tu gustos y el chocolate con leche que tanto veneras te sabrá demasiado dulce.
Una investigación de la Universidad de Flinders en Australia tiene otra solución (sorprendente) para acabar con tu 'chocodependencia'. Argumentan que el mindfulness podría ser la clave. Esta técnica tan de moda puede ayudar a disminuir la frecuencia de pensamientos intrusivos y la intensidad de la ansiedad, y así tener más control de nuestros antojos.
Galletas
Deberías poner las galletas industriales en la lista de alimentos a evitar. Por lo general, es difícil encontrar la galleta perfecta que no sea un caldo de cultivo de ingredientes adictivos. La ingeniería alimentaria ha conseguido dar con la tecla: activar el centro de placer del cerebro. Allá por 2013 se hizo famoso un estudio llevado a cabo en la Universidad de Conneticut, en Estados Unidos, que demostraba que el relleno cremoso de las Oreo activa más neuronas del bienestar que la cocaína. Por eso, lo mejor es hornear las tuyas propias: así puedes controlar los ingredientes y, sobre todo, el azúcar.
Patatas chips
Si hasta los eslóganes de las marcas lo reconocen: "Cuando haces pop ya no hay stop". Estos comestibles procesados tienen un alto contenido en sal que no solo te da esa instantánea sensación agradable, sino que nunca termina de llenarte. Para reducir su consumo desenfrenado, busca la variedad de sal más baja del supermercado.
Helados
Otro de los alimentos que más nos enganchan física y psicológicamente. Su dulzor, su frescor en verano y su componente graso lo hacen irresistible. Para empezar, deberías dejar la rutina de la tarrina y la cuchara grande frente al televisor. La clave está en comprar paquetes individuales que nos obliguen a salir de casa cada vez que nos desvivamos por helado (en vez de ir en pijama y zapatillas de andar por casa a la cocina, abrir la nevera y tener los boles a tu disposición).
Tartas
Las tartas son sinónimo de celebración, buen humor y un no parar: un trozo tras otro. Son una mezcla explosiva: textura agradable, chocolate, azúcar... No solo son adictivas por su concentración de ingredientes, sino porque se absorben rápidamente y llegan pronto a la sangre. Por eso, se recomienda limitar su exposición y aprender a decir que no: no eres un aguafiestas por no querer un trozo de su tarta de cumpleaños.
Patatas fritas
Las patatas fritas de los locales de comida rápida están hechas para ser el acompañante perfecto. Como suelen tener mucha sal, son uno de los alimentos más suculentos. Si quieres 'dejarlo', prueba a hacerlas en casa. Y si las haces al horno en vez de fritas, mejor.
Cheeseburgers
No solo son adictivas por sus ingredientes, también por su faceta cultural. En su mayoría, las hamburguesas de restautarante estarán mucho mejor que las de comida rápida. No obstante, lo mejor es hacerlas en casa y, si puedes, sin pan. La idea es deshacerse de partes procesadas de la comida tanto como puedas.
Cereales
En Estados Unidos es difícil encontrar cereales que no sepan a terrón de azúcar. En España nos cuidamos más, al menos en lo que a cereales se refiere. Aun así, presta atención a la etiquetas e intenta encontrar una marca que no tenga más de 4 gramos de azúcar por porción. Sabemos que los azucarados son más apetecibles que los integrales, pero tu salud te lo agradecerá.
Pollo frito
No es tanto el pollo en sí, sino el crujiente, graso y salado empanado que lo recubre, tan típico de los establecimientos de comida rápida. Prueba a hornear en vez de freír o a quitar la primera capa, pues te ayudará sofocar el deseo de seguir comiendo.
Fuente: El Confidencial
AJV
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