Intolerancia. Una palabra más, si no fuera porque es indicativa de una actitud que es necesario combatir, con la debida tolerancia por supuesto. Cuando se trata de estos temas, pues siempre resulta más fácil ser necio que sensato, vale decir, es más fácil ser intolerante que tolerante. En la sociedad actual este es un tema para preocuparse en extremo, ya que por la intolerancia, el 22 de julio del presente año, en Noruega, un joven llamado Anders Behring Breivik, llevado probablemente de los mejores sentimientos, dejó 76 muertos y 96 heridos entre jóvenes y adultos, unidos básicamente por una sola cuestión: Defendían una posición diferente a la suya.
Este horrible suceso conmocionó a la sociedad noruega y al resto del mundo, porque el único argumento del asesino fue que le daba miedo ver a los musulmanes en Europa, y le parecía que los socialistas eran demasiado tolerantes con ellos. Debería haber sabido que los musulmanes recorren Europa hace unos cuantos siglos. Pero tampoco creemos que de conocer el hecho las cosas hubieran cambiado demasiado, ya que este joven estaba sesgado por la intolerancia que lleva al fanatismo.
Tolerancia y Respeto
“Intolerancia” es “no-tolerancia”, veamos que nos dice la Real Academia Española sobre su significado.
Tolerancia. (Del lat. tolerantĭa):
1. Acción y efecto de tolerar.
2. Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.
3. Reconocimiento de inmunidad política para quienes profesan religiones distintas de la admitida oficialmente.
4. Diferencia consentida entre la ley o peso teórico y el que tienen las monedas.
5. Margen o diferencia que se consiente en la calidad o cantidad de las cosas o de las obras contratadas.
6. Máxima diferencia que se tolera o admite entre el valor nominal y el valor real o efectivo en las características físicas y químicas de un material, pieza o producto.
En el segundo concepto lo que me llama la atención: Es el “respeto” a las ideas, creencias o prácticas de otras personas, cuando son contrarias o distintas a las de uno. Aquí el centro del tema es el respeto. Veamos qué implica:
Con esta definición podemos ver claramente que la tolerancia consiste básicamente en las consideraciones y cuidados que debo tener por las ideas, creencias y prácticas de otros, cuando son distintas de mis ideas, creencias y prácticas. Notemos consideraciones y cuidados se tienen por las personas, no por las ideas, creencias o prácticas. Tales consideraciones y cuidados son mercancía de ida y vuelta, pues somos personas, sujetos de respeto, ciudadanos libres e iguales, y por ello debo considerar que las ideas y creencias de los otros merecen respeto, es decir, deben ser consideradas, y se debe tener consideraciones con ellas por lo mismo que los otros deben respetar las mías.
Por ejemplo yo no debo burlarme de un cristiano, judío o budista que proceden a sus ritos religiosos, si fuera el caso. Asimismo si estoy en el Estadio en un partido internacional, debo respetar el Himno Nacional del país visitante, y por ello debería ponerme de pie cuando lo toquen. Ya que es obvio que yo también debo tener derecho al mismo respeto cuando yo soy el visitante.
Es bastante obvio que dispararle a alguien porque sostiene una idea es una falta horrorosa de respeto, pues que afecta directamente el valor de la vida. Cabe preguntarse por qué Anders Behring Breivik, el joven asesino noruego consideraba su verdad no solamente tan importante que justificara el matar por ella, sino tan poderosa que implicara el rechazo total de la posición contraria, la que probablemente no conoce bien tampoco.
Tolerancia, Respeto y Polémica
Naturalmente, todo esto no quiere decir que por respeto vamos a dejar que nos ganen el partido. Podemos criticar las ideas, creencias y prácticas de civiles y militares, de ideologías políticas o creencias religiosas, ya sean cristianos, católicos, ateos, judíos, musulmán o budistas. Pero hay que hacerlo con respeto por las personas que tienen dichas creencias y realizan dichas prácticas. El respeto no excluye la polémica, porque tolerancia no es necesariamente aceptación, sino consideración no con la creencia, sino con las personas que las sostienen. Es como el Fútbol, donde respetamos el Himno de Colombia o Venezuela, y luego les rellenamos el arco de goles. En el terreno del respeto por las personas, no nos vamos a dedicar a gritar cuando ellos cantan su Himno, o reírnos en un templo o en donde quiera que los religiosos hagan lo suyo, en especial cuando están en plena ceremonia. Si lo hiciéramos seríamos nosotros los que estamos faltando el respeto; y sabemos que si a uno le faltan el respeto, pues debe defenderlo. Ello es fácil cuando somos nosotros los que estamos en mayoría, porque en caso contrario, si nos dedicamos a gritar en medio de una ceremonia religiosa ajena, vendría alguien a callarnos la boca de manera ligeramente agresiva. Y no tendríamos nada de qué quejarnos, porque seríamos nosotros los que estamos en falta.
En la lucha política es común sostener diferentes ideas, creencias y prácticas. La política es una actividad que pone muchas cosas en juego y tiende a ser muy seria, motivo por el que es natural que surjan conflictos, desencuentros y desavenencias. Como es natural, si sostenemos los valores de la Tolerancia y el Respeto, tales conflictos y discusiones debieran realizarse idealmente en el plano de los principios.
Pero en la política entra la pasión como componente fundamental, y a veces he escuchado a mucha gente defender actitudes reprobables apelando a la pasión política llegando a las ofensas personales, la provocación y agresiones verbales. Pero es obvio que, quien cae en ese terreno, olvida el problema que eso acarrea, ya que a quien se trata con intolerancia lo más probable es que racione despertándosele la ira y por más sereno que la persona sea, cuando se rebasan los límites de la intolerancia, las cosas pueden terminar en contiendas y pleitos, es una reacción normal en un ser humano que vea ofendida su dignidad.
Quien no mide sus palabras durante una polémica y ofende faltando el respeto a un individuo o un colectivo del cual es adverso a la ideología que profesan, debe tener claro que, el apasionamiento político no es, como decir, disculpa por el asesinato o por la invitación a un golpe de estado. No es el “se me chispoteó” del Chavo del Ocho. Cuando se llega a extremos de desear la muerte a los demás o al asesinato o de convocatoria a un eventual golpe de estado, el tema rebasa los límites de la mera polémica, e incluso de la Intolerancia, y se cruza con los del fanatismo, y su primo hermano el fundamentalismo.
Comentarios: